De acuerdo al último informe sobre “estadísticas mundiales de salud: analizando salud para los objetivos del desarrollo sostenible” que entregó la Organización Mundial de la Salud (OMS), Chile es el país más longevo de Latinoamérica y el segundo en el continente americano – después de Canadá – promediando una esperanza de vida de 80,5 años.

Cada invierno escuchamos “hay que pasar agosto”, dicho popular que se originó en los tiempos de la Colonia, debido al aumento de los índices de mortandad por bronconeumonía en la población de adultos mayores de la época, por los abruptos cambios de temperatura que se registraban, precisamente, en el octavo mes del año.

Si bien es cierto, las cifras disminuyeron con el paso del tiempo a causa de los constantes avances tecnológicos, existen diversos factores que podrían influir en que la población de nuestro país pueda tener un promedio de esperanza de vida más amplia, creando el grupo de la cuarta edad.

¿Realizar actividad física desde la juventud podría ayudar a enfrentar de mejor forma la etapa longeva? ¿Qué beneficios aportaría el comenzar o retomar una rutina de ejercicios en la tercera edad? Especialistas de la Universidad Bernardo O’Higgins aclaran aquellas dudas y entregan consejos para encarar una etapa temida por más de alguno.

De acuerdo a lo señalado por Marcelo Muñoz, académico de Pedagogía en Educación Física, Deporte y Recreación, ante el aumento de la esperanza de vida, la tercera edad comienza a los 60 años y la nueva cuarta edad inicia a partir de los 80 años, etapas de la vida que se distancian solo por 20 primaveras.

Bajo estos puntos se generan condiciones distintas: una persona de tercera edad puede ser muy funcional, a diferencia de un individuo de la cuarta etapa generacional con capacidades más restrictivas. Lógicamente, atender a ambas poblaciones requiere de conocimientos diferenciados y especializados”, explicó Marcelo. Además, agregó que “para llegar a una muy buena tercera o cuarta edad hay que prepararse con anticipación, comenzando tempranamente a realizar actividad, a moverse, cuidarse físicamente y mantener rutinas de ejercicios”.

Entre los 40 y 60 años, en promedio se pierde un 15% de la masa muscular. Es por ello que los adultos mayores, tanto sanos como con Enfermedades No Transmisibles (ENT) crónicas, se pueden involucrar en actividades que sean beneficiosas para su salud. El ejercicio físico, la estimulación cognitiva, las actividades sociales y la buena nutrición son hábitos relevantes para mantener una mayor vitalidad en este periodo.

El Terapeuta Ocupacional, José Aravena, dice que “la clave es poder contextualizar esa participación a las necesidades, características y situación particular de cada individuo, generando y favoreciendo instancias que motiven al adulto mayor”.

Es por ello que el académico comentó que “en el caso de las personas sanas, la idea es que puedan mantener su nivel de participación por el mayor tiempo posible: ejercicios, actividades sociales y mentalmente estimulantes. Por otro lado, padecer una ENT crónica no debe ser un limitante para involucrarse en labores de su interés, solo se requiere un plan específico y personalizado de cuidados, contando con informes de diagnóstico médico”.

Beneficios

El académico de Pedagogía en Educación Física, Deporte y Recreación destacó dos áreas donde la actividad física influye en la vida diaria de los adultos mayores:

 Recomendaciones

Marcelo Muñoz entregó algunos consejos para que las personas de la tercera y cuarta edad tengan en consideración con el fin de potenciar los beneficios:

Riesgos

Precauciones se deben tener en todo momento y lugar, por lo que José Aravena menciona que la personalización en la participación de actividades es fundamental con el fin de prevenir diversas situaciones que involucren algún peligro. Para ello, aconseja las siguientes medidas preventivas:

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