En las personas sobre 60 años, la digestión disminuye y el cuerpo se pone menos eficiente en el manejo del alza de azúcar en la sangre después de comer, dando origen a la pérdida de fuerza muscular y a la rigidez de las articulaciones. A medida que la población va envejeciendo se produce un cambio en las necesidades fisiológicas y nutricionales de los adultos mayores. El envejecimiento está generalmente asociado con una disminución en el metabolismo, lo que conduce a la acumulación de una cantidad adicional de grasa, especialmente en la cintura. En esta línea, mantener una dieta nutritiva es fundamental, debido al impacto que tiene la ingesta de alimentos en su salud. El IV Volumen del Estudio Chile Saludable, desarrollado por Fundación Chile, con la colaboración de GfK Adimark, abordó la importancia de lograr una alimentación saludable para el adulto mayor. Según se explica en el estudio, en ese grupo etáreo la digestión disminuye y el cuerpo se pone menos eficiente en el manejo del alza de azúcar en la sangre después de comer. Uno de los primeros signos de envejecimiento es la pérdida de fuerza muscular, dando paso a la rigidez de las articulaciones. El fortalecimiento muscular se mantiene estable hasta la edad de 45 años y decrece alrededor del 50% entre los 50 y 80 años. Preservar la salud de los huesos también comienza a ser un tema debido a que el cuerpo pierde naturalmente densidad ósea. Los riñones trabajan más duro para eliminar los residuos y mantener el cuerpo hidratado, mientras el sistema circulatorio se torna menos eficiente. Los vasos sanguíneos pueden obstruirse y constreñirse. Además, mantener la salud cognitiva es cada vez más importante. Incluso en la ausencia de enfermedad, el decline del funcionamiento normal puede impactar la salud y el bienestar de los adultos mayores. En este escenario, la mejor forma de asegurar una buena salud es a través de una correcta alimentación, que debiera incluir la ingesta de granos enteros, frutas y hortalizas, pescados, frutos secos y lácteos bajos en grasas. Junto a eso, es recomendable que disminuyan la ingesta de productos en base a granos de cereales como el arroz, trigo, maíz, etc., molidos o refinados (harinas blancas) como pan, galletas, pastas y alimentos altamente procesados como confites, snacks, cecinas, entre otros.