Hace dos años que la discoteque Kmasu terminó con las fiestas de los domingos en la tarde dedicadas a la tercera edad. Ese vacío hoy lo llena una nueva oferta de locales donde este grupo etario puede salir a divertirse y conocer a personas que compartan sus mismos gustos. Uno de ellos es el Golden Music, ubicado en Ñuñoa. Allí, los miércoles y domingos se hacen bailables con grupos en vivo que incluyen música del recuerdo, tango, salsa y cumbia. Este espacio es el preferido de Alicia Cartes (foto pequeña), una enfermera de 90 años, jubilada, y que se encantó con el tango luego de la muerte de su marido, en 1989. “Me trajeron aquí porque me la pasaba llorando. Hice algunos cursos con el profesor Juan Valero y ya llevo 27 años perfeccionándome”. En el pub todos la conocen y tiene un compañero más joven que sigue sus pasos en la pista. Para su edad se ve esbelta, aunque reconoce que tiene varias “yayitas” como artrosis, gastritis crónica y glaucoma.
Los clientes del Golden Music eligen sus mejores trajes para la ocasión, sobre todo las mujeres. Hartas lentejuelas, telas metálicas, flecos, vestidos ajustados y tacos estilosos. Varios asisten en pareja, pero también se ven grupos de solteros o separados que aprovechan la noche para “pinchar”. En las mesas hay menos alcohol que en un carrete juvenil porque la mayoría opta por una solitaria copa de vino o bebidas light. El animador de las noches de tango es Arturo Parra (75), más conocido como “Arturo Farra”, quien es docente de la Academia Nacional del Tango y anima por hobby este tipo de eventos. “Cada día hay más espacios para los adultos mayores, pero uno tiene que hacérselos, no esperar que otros se los hagan”, dice. El Club de Tango Aníbal Troilo, de Santiago, es otra alternativa para los adultos mayores, donde los domingos hacen eventos que comienzan a las 15 horas. “Llegan cerca de ochenta personas y es un ambiente más bien familiar porque todos se conocen. No sólo se toca tango, también se escucha tropical y rock and roll. La adhesión es de $3 mil y se vende bebida, vino y diferentes picadillos. Yo a veces los miro y pienso que sus hijos quedarían con la boca abierta si los vieran bailar así. Parecen lolos de 15”, afirma Eva Sepúlveda, socia del club. Marta Salinas (87) frecuenta este lugar hace más de 20 años y en cada una de esas jornadas no puede faltar un corto de whisky. “Todos somos amigos. Me gusta porque van muchos matrimonios y señoras solas como yo. Aquí nunca hemos tenido problemas, no hay curados ni desórdenes. Lo recomiendo”, subraya.
La opción del Magaldi Tango Club, en calle Santa Rosa, es para los que quieren mover el esqueleto los viernes en la noche. Aquí, por cada 45 minutos de tango, se tocan 30 minutos de ritmos variados, como cueca o cumbia. “La gente que viene vive una segunda juventud. Se visten de una manera especial para la ocasión y los viudos se preparan para encontrar pareja. Además interactúan con los clientes más jóvenes, en un ambiente de mucho respeto y alegría”, cuenta Alexis Valdés, presidente del club. Rubén Valenzuela, director del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), destaca las ganas de los autovalentes por mantenerse activos. Junto a esto, indica que faltan locales que se adapten a las necesidades de la tercera edad y que se adecuen al bolsillo de ellos. “La cantidad de adultos mayores ha aumentado y se requerirá de más infraestructura donde puedan disfrutar”.