Científicos chilenos descubren mecanismo celular que sería clave para combatir obesidad y diabetes

Fueron cuatro años de trabajo y casi una decena de instituciones nacionales y extranjeras que colaboraron en un descubrimiento que releva el aporte de la ciencia básica a problemas de salud pública que afectan a todo el planeta, como obesidad y diabetes.

En el Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI), un grupo de investigadores intentaba responder una pregunta que se suponía resuelta y comenzaron a reestudiar los mecanismos que mantienen el equilibrio de las proteínas en las células.

En el interior de la célula existen unos sensores especializados en detectar posibles daños en el equilibrio de las proteínas y que se ubican justo en el lugar en el que está la estructura encargada de fabricarlas. “Hace cuatro años nos llamó la atención, que estos sensores de estrés no están en cualquier parte, sino que se concentran en el punto donde la máquina que produce las proteínas se comunica con la máquina que produce la energía de la célula (mitocondria)”, explica Claudio Hetz, director del BNI y profesor titular de la Facultad de la Medicina de la U. de Chile.

A nivel mundial, los científicos han estudiado estos sensores durante 30 años pero por primera vez descubrieron una nueva función: “cuando no hay estrés y la célula está feliz, estos sensores también controlan la cantidad de energía que producen las mitocondrias”, comenta Hetz. Hasta la publicación de este trabajo en la revista Nature Cell Biology, investigación liderada por el postdoctorado español Amado Carreras-Sureda, solo se sabía de su rol en relación a las proteínas.

Con la ayuda de investigadores de otros laboratorios, Carreras-Sureda y sus colegas de BNI, llegaron a demostrar que cuando genéticamente se “inactiva” este sensor de estrés, la energía que produce la célula baja un 20%. “Esto puede tener implicancias súper importantes para enfermedades metabólicas como la obesidad y diabetes. En ambas, se sabe que la mitocondria falla y se dañan las proteínas. Nuestro descubrimiento demuestra que la misma maquinaria molecular puede monitorear los dos procesos en paralelo”, dice el director del BNI.

En teoría, si se logra manejar estos sensores de estrés y sobreactivarlos, la célula podría generar más energía, lo que abre una nueva posibilidad de tratamiento para la diabetes y la obesidad y también para otras enfermedades como el alzheimer y el ELA.

“No hay buenas aplicaciones que se traduzcan en beneficio para las personas si no hay avances en ciencia dura y de primer nivel. Esta es la base para tener frutos en futuro”, destaca Hetz, quien además releva la colaboración nacional e internacional de este trabajo.

En esta investigación también participaron, Dandal Kaufman, del Burham and Stanford Institute, Luke Wisseman, del Scripps Institute (ambos en California) y Guido Kroemer profesor en la Facultad de Medicina de la U. de París Descartes, director de un equipo de investigación del Consejo Francés de Investigación Médica (Inserm), profesor adjunto extranjero en el Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) y uno de los científicos más citados de Europa, además especialistas de la U. de Leuven, Bélgica. En Chile, colaboraron investigadores de la U. de Chile, U. San Sebastián, U. Católica y César Cárdenas de la U. Mayor.

Fuente: La Tercera 

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